Relájate y crea

El potencial creativo de cada persona, cualquiera sea, puede ser acrecentado, sin techo, a través de una serie de técnicas. Existe, eso sí, una cierta inhibición a la hora de animarse a crear, a generar, a proponer. Tenemos temor al ridículo, a equivocarnos, a ser rechazados por nuestras ideas, o quizá hasta etiquetados de algún modo que nos disguste.

No obstante, trabajando de una manera consecuente, nuestra faceta creativa crecerá y estaremos satisfechos de los cambios que podemos hacer en nuestra propia vida y los aportes que llegaremos a incorporar en nuestro trabajo, o los nuevos trabajos que seremos capaces de encarar a partir de ella.

Hay un sitio en internet por excelencia para aprender y ejercitar la creatividad y es http://www.neuronilla.com. Pero también te recomiendo, una vez que vayas a ponerte en función de esta tarea, que te entregues a este video: vale la pena.

Poesía en rap

He aquí dos buenísimas letras de rap, cada una con su correspondiente audio, útiles como entretenimiento, sí, pero también buenísimas para estudiar en varias asignaturas: lengua, sociología, psicología, filosofía, educación ciudadana, historia.

Por favor, hazte un minuto y escúchalas:

letra y audio de «El final del cuento de hadas» (violencia doméstica)

letra y audio de «Mil vidas» (canto a la vida y sus mil posibilidades, en cada historia humana)

Introducción al teatro griego

(Apuntes de ‘»Prometeo encadenado», de Esquilo’, de Tabaré Freire; «Las representaciones dramáticas en Grecia», Casa del Estudiante)

ORIGEN: el origen del teatro griego está en el ritual dionisíaco, ya que el ditirambo es el himno del dios Dionisos, en cuyo honor existió un vasto movimiento religioso, con la característica de ser una religión catequizadora y violenta. Dionisos, dios de la vegetación y de la vid, exige una absoluta sumisión de sus fieles, y estos, por su parte, buscan consustanciarse con la divinidad, ser poseídos, a través de actos rituales en los que están presentes la danza y los sacrificios sangrientos.

Dionisos siempre aparece acompañado de figuras femeninas, junto a las cuales van los sátiros y silenos, figuras masculinas que se presentan desnudas, como el propio dios. En recuerdo de ellos, más tarde, el coro ritual del ditirambo se cubrirá con piel de cabrito, recordando su naturaleza de sátiros. Para imitar el cortejo del dios, los fieles ejecutan precisamente ese himno llamado ditirambo, en la época de cultivo de la vid y la fabricación del vino.  

El sacrificio y la festividad que implica el culto a Dionisos se refleja en la forma de la tragedia, ya que al presenciarse en este tipo de obras el ejemplo de un ser humano que por su desmesura fue castigado por los dioses, se recibe un ejemplo de purificación.

EVOLUCIÓN: A fines del siglo VI AC el ditirambo es incorporado a las celebraciones oficiales de la ciudad; se instauran los concursos de ditirambos y se crean los cargos de maestros de coros, los que se integraban con 50 coreutas. Consisten en actos en los que un recitante improvisa y un coro danza en medio de exclamaciones rituales. Junto a este, ditirambo lírico, se desarrolló el ditirambo dramático religioso, consistente en un dialogado entre el recitante y el coro, considerados uno como encarnación de Dionisos y los otros como el cortejo de sátiros del dios. Usaban disfraz y máscaras, de tal manera que el espectador se hacía la ilusión de tener frente a sí al propio dios y su cortejo: eran actores. Este es el germen del que nacerá la tragedia. 

El paso siguiente fue incorporar al ditirambo dramático religioso temas profanos, motivos de la leyenda heroica. En este momento el coro pierde su caracterización de sátiro para adoptar la humana. Se inicia el ditirambo dramático heroico, en tanto los sátiros dan origen al llamado drama satírico, integrado exclusivamente por estos personajes.

La unión de la tragedia con la religión dionisíaca se mantiene no sólo por el sentido y origen, sino porque quedó vinculada a la festividad del dios.

Hasta Esquilo,  la tragedia era una sucesión de momentos corales y monólogos del actor, o diálogos de este con el coro. Esquilo introdujo un segundo actor (deuteragonista) y finalmente Sófocles incorporó un tercer actor (tritagonista).

En este video puedes apreciar los orígenes del teatro en Grecia

ESTRUCTURA EXTERNA DE LA TRAGEDIA GRIEGA

Prólogo: a cargo de un personaje, que, comúnmente, no vuelve a aparecer en la obra. Puede ser un monólogo o un diálogo, que presenta los datos básicos para entender la situación en la que se ambienta la acción de la obra.

Tiene la finalidad de:  a) determinar la parte del mito o leyenda dramatizada en esa obra; b) fijar el tiempo y lugar de la acción; c) dar una orientación sobre los sucesos que se observarán; d) crear el clima espiritual y afectivo en el espectactador.

El prólogo elimina la expectación. El dramaturgo griego no tiene la intención de crear curiosidad en el espectador, que por otra parte ya conoce a través de las narraciones épicas la historia que se representará. Las finalidades de la tragedia griega son otras, como se verá más adelante.

Párodos: entrada del coro, justamente por los pasillos del anfiteatro (de donde toma esta parte su nombre) hasta ubicarse en la orkestra (esta palabra tiene su raíz en la acción de danzar, y en su centro tiene un altar para Dionisos), que es donde permanecerá pasaje complementario del prólogo.

El coro entra en procesión detrás del corifeo (el integrante de mayor rango; jefe del coro) y el flautista, cuya música va marcando el ritmo de la marcha. Esquilo redujo la cantidad de coreutas, de 50, pasó a usar 12, y también cambió su disposición en la orkestra, donde se solían ubicar en forma semicircular, pero pasaron a ponerse en línea, de frente al escenario y de espaldas al público.

El coro entraba siempre por la derecha del espectador, pues de acuerdo a una convención inspirada en la ubicación del teatro de Dionisos en Atenas, por ese lado entraban los que venían de la ciudad y por la izquierda los que procedieran del campo o del extranjero. (Esta convención es válida para la skené, que tiene tres puertas: la del centro corresponde al edificio ante el cual ocurre la acción, la derecha para los que provienen de la ciudad y la de la izquierda para los que vienen del extranjero).

La finalidad del párodos, es identificar la personalidad del coro; justificar, por lo que dice, su presencia en el drama y adelantar su posición afectiva y espiritual respecto de los personajes de la tragedia.

A través de los comentarios que se incluyen en este pasaje, el espectador queda plenamente situado.

Episodio: A cargo de actores, empieza a desarrollar la acción dramática. Los actores, en escena, dialogan entre sí o con el corifeo (éste en representación del coro). Los episodios se irán alternando con las estásimas en número de cuatro o cinco por obra.

Cada episodio es momento de desarrollo de la acción dramática. En ellos se produce el agón, o lucha, que es esencial para la existencia de un drama. Por eso los actores se llaman agonistas (los que luchan contra un conflicto) y el principal de ellos protagonista (principal luchador).

Estásima: Es la parte de la tragedia en la cual el coro canta sin moverse de su sitio. Estas intervenciones constan de estrofas y antiestrofas en las que se desarrollan ideas contrastantes. El tipo de danza que acompaña esta parte depende del contenido, de si es grave o doloroso, o bien un momento de alegría.

En la estásima el autor expone sus propias ideas, explicando los fundamentos ético-religiosos que enjuician las acciones de la escena y a los personajes mismos.

Son pausas en el desarrollo de la acción, destinadas a la meditación y a que el espectador descanse de la tensión emotiva provocada por los acontecimientos representados en los episodios.

Durante su ejecución, salvo que exista una indicación escénica en contrario, los actores permanecen en el escenario.

(Se van sucediendo desde aquí, episodios y estásimas).

Éxodo: Terminada la acción, el coro se retira de la misma manera en la que entró. A veces el corifeo recita los versos finales mientras sale el coro; otras, el coro se queda para cantar la última estrofa al unísono y también se da en ocasiones que cante dividido en dos semicoros. La salida del coro marca el fin de la obra.

Una obra contiene por lo tanto los siguientes momentos:

Prólogo

Párodos

Episodio

Estásima

Episodio II

Estásima II

Episodio III

Estásima III

Éxodo

Puede variar el número de los episodios con sus correspondientes estásimas.

Las representaciones trágicas:

El actor debía trasmitir todo a través de la palabra, ya que la mímica y gesticulación facial estaban impedidos por la máscara y las grandes vestiduras.

El actor necesitaba a veces hablar normalmente pero también recitar rítmicamente y cantar, de modo que tenía que ser muy eficiente para lograr pasar rápidamente de una modalidad a otra, de acuerdo a las exigencias de la obra. Esto motivó a que los actores se especializaran y por lo tanto eran actores de comedia o de tragedia: no de las dos.

El actor usaba un traje y una máscara. Su larga vestidura iba acompañada por un manto que ayudaba a reconocer los personajes, ya que los reyes usaban manto púrpura, las reinas blanco, los adivinos manto de lana, etc. Acompañaba la caracterización el uso de cetro en caso de los reyes, bastón los adivinos y pastores, rama de olivo los mensajeros. La máscara aumenta la estatura del actor mediante una prolongación de la frente y cabellos hacia arriba; la abertura correspondiente a la boca hacía un efecto de amplicación de la voz, como un megáfono. El color de los cabellos de la máscara indica la edad del personaje.

Su calzado, llamado corturno, era como un borceguí con plataforma, que elevaba el personaje en forma proporcional a su estatura moral.

A partir del siglo V, ser actor fue en Grecia una profesión. Por el carácter religioso de las representaciones, el actor estaba libre durante el período de las fiestas dionisíacas y también el que insumía preparar el espectáculo, de toda prestación de servicio al Estado, incluso el militar, ya que su persona era considerada adscripta a Dionisos.

Los actores se reunieron en sociedades de carácter profesional y religioso, alcanzando una cierta influencia bajo la protección de su dedicación a las festividades religiosas, por lo que fueron llamados «parásitos de Dionisos».

Concursos:

En Atenas se hacían representaciones dramáticas tres veces al año, en ocasión de las fiestas dionisíacas:

-Dionisíacas urbanas o grandes dionisíacas

-lenéas o lenianas

-dionisíacas rurales.

Las más grandes y brillantes eran las primeras, las dionisíacas urbanas, que se celebraban en primavera y a las que acudían personas de todo el mundo helénico. En tal ocasión se hacían concursos de coros ditirámbicos, de tragedias y de comedias. La fiesta duraba seis días. Los concursos eran organizados por el Estado.

Desde el siglo V se fijó que las Dionisíacas urbanas tuviesen tres competidores. Lo normal era que cada uno presentara una trilogía más un drama satírico (conformando de ese modo una tetralogía).

El edificio:

En este vínculo, tienes detalles de su forma y partes. Visítalo y luego seguimos conociendo detalles del teatro griego.

Al ser completamente descubierto, este edificio permitía representaciones solamente en pleno día y cuando el tiempo estaba bueno.

Su forma también nació del ditirambo, pues en aquel himno la muchedumbre hacía un círculo alrededor de los danzantes. De ahí se derivó la forma circular de la orkestra, a la cual se adicionan las demás partes.

Los griegos usaron diversas máquinas para las representaciones. Por ejemplo, ecclicema es una plataforma visible que se movía desde una de las puertas del fondo, transportando desde el interior de la habitación (que no era visible para el público) hacia el exterior, al matador inmovilizado y a las víctimas a sus pies. (En el teatro griego las muertes no se representaban a la vista del espectador, para respetar la regla del buen gusto).

El mecano era una grúa que enganchaba al personaje y lo hacía «volar»; servía para representar la aparición de monstruos, caballos y carros alados, descenso de divinidades, etc.

Se hacían efectos de sonido como truenos, tirando piedras a un recipiente de bronce y visuales, como relámpagos, agitando vivamente antorchas.

El público: El espectáculo dramático en Atenas comenzaba desde el alba. Las mujeres, especialmente las más honrables y cultas, asistían a las tragedias. Las comedias, de subido tono y escaso pudor, es probable que no tuvieran casi público femenino, con excepción de cortesanas y vulgares, pero lejos de tener la asistencia prohibida, la representación formaba parte del culto a Dionisos, así que se supone que las mujeres iban.

El público se ubicada de acuerdo a las tribus a las que pertenecían los asistentes (eran 10), en cada sector de acuerdo a su rango, y es probable también que de acuerdo a su sexo (mujeres junto a las demás mujeres, y hombres por su parte). cada espectador recibía a la entrada una tarjeta con letras que indicaban la sección en que se debía ubicar. Se pagaba entrada pero también existieron subsidios a los pobres para que no se perdieran la fiesta.

De una lista de nombres depositados en diez urnas correspondientes a las diez tribus, se elegían diez jueces sacando al azar un nombre de cada urna. Estos emitían su voto, pero luego,. también por azar se elegían sólo a cinco y de acuerdo a esta segunda instancia se daba el veredicto. Se premiaba al autor ganador y al protagonista ganador (podían ser de obras diferentes). Esquilo ganó dos de cada tres veces que concursó.

Aprender es hermoso y lleva la vida entera (Dolina)

La velocidad nos ayuda a apurar los tragos amargos. Pero esto no significa que siempre debamos ser veloces. En los buenos momentos de la vida, más bien conviene demorarse. Tal parece que para vivir sabiamente hay que tener más de una velocidad. Premura en lo que molesta, lentitud en lo que es placentero. Entre las cosas que parecen acelerarse figura -inexplicablemente- la adquisición de conocimientos.

En los últimos años han aparecido en nuestro medio numerosos institutos y  establecimientos que enseñan cosas con toda rapidez: «….haga el bachillerato en  6 meses, vuélvase perito mercantil en 3 semanas, avívese de golpe en 5 días, alcance el doctorado en 10 minutos…..»

Quizá se supriman algunos… detalles. ¿Qué detalles? Desconfío. Yo he pasado 7 años de mi vida en la escuela primaria, 5 en el colegio secundario y 4 en la universidad. Y a pesar de que he malgastado algunas horas tirando tinteros al aire, fumando en el baño o haciendo rimas chuscas.
Y no creo que ningún genio recorra en un ratito el camino que a mí me llevó decenios.

¿Por qué florecen estos apurones educativos? Quizá por el ansia de recompensa inmediata que tiene la gente. A nadie le gusta esperar. Todos quieren cosechar, aún sin haber sembrado. Es una lamentable característica que viene acompañando a los hombres desde hace milenios.

A causa de este sentimiento algunos se hacen chorros. Otros abandonan la ingeniería para levantar quiniela. Otros se resisten a leer las historietas que continúan en el próximo número. Por esta misma ansiedad es que tienen éxito las novelas cortas, los teleteatros unitarios, los copetines al paso, las «señoritas livianas», los concursos de cantores, los libros condensados, las máquinas de tejer, las licuadoras y en general, todo aquello que no ahorre la espera y nos permita recibir mucho entregando poco.

Todos nosotros habremos conocido un número prodigioso de sujetos que quisieran ser ingenieros, pero no soportan las funciones trigonométricas. O que se mueren por tocar la guitarra, pero no están dispuestos a perder un segundo en el solfeo. O que le hubiera encantado leer a Dostoievsky, pero les parecen muy extensos sus libros.
Lo que en realidad quieren estos sujetos es disfrutar de los beneficios de cada una de esas actividades, sin pagar nada a cambio.

Quieren el prestigio y la guita que ganan los ingenieros, sin pasar por las fatigas del estudio. Quieren sorprender a sus amigos tocando «Desde el Alma» sin conocer la escala de si menor. Quieren darse aires de conocedores de literatura rusa sin haber abierto jamás un libro.

Tales actitudes no deben ser alentadas, me parece. Y sin embargo eso es precisamente lo que hacen los anuncios de los cursos acelerados de cualquier cosa.
Emprenda una carrera corta. Triunfe rápidamente.

Gane mucho «vento» sin esfuerzo ninguno.

No me gusta. No me gusta que se fomente el deseo de obtener mucho entregando poco. Y menos me gusta que se deje caer la idea de que el conocimiento es algo tedioso y poco deseable.
¡No señores: aprender es hermoso y lleva la vida entera!

El que verdaderamente tiene vocación de guitarrista jamás preguntará en cuanto tiempo alcanzará a acompañar la zamba de Vargas. «Nunca termina uno de aprender» reza un viejo y amable lugar común. Y es cierto, caballeros, es cierto.

Los cursos que no se dictan:  Aquí conviene puntualizar algunas excepciones. No todas las disciplinas son de aprendizaje grato, y en alguna de ellas valdría la pena una aceleración. Hay cosas que deberían aprenderse en un instante. El olvido, sin ir más lejos. He conocido señores que han penado durante largos años tratando de olvidar a damas de poca monta (es un decir). Y he visto a muchos doctos varones darse a la bebida por culpa de señoritas que no valían ni el precio del primer Campari. Para esta gente sería bueno dictar cursos de olvido. «Olvide hoy, pague mañana». Así terminaríamos con tanta canalla inolvidable que anda dando vueltas por el alma de la buena gente.

Otro curso muy indicado sería el de humildad. Habitualmente se necesitan largas décadas de desengaños, frustraciones y fracasos para que un señor soberbio entienda que no es tan pícaro como él supone. Todos -el soberbio y sus víctimas- podrían ahorrarse centenares de episodios insoportables con un buen sistema de humillación instantánea.
Hay -además- cursos acelerados que tienen una efectividad probada a lo largo de los siglos. Tal es el caso de los «sistemas para enseñar lo que es bueno», «a respetar, quién es uno», etc.
Todos estos cursos comienzan con la frase «Yo te voy a enseñar» y terminan con un castañazo. Son rápidos, efectivos y terminantes.

Elogio de la ignorancia: Las carreras cortas y los cursillos que hemos venido denostando a lo largo de este opúsculo tienen su utilidad, no lo niego. Todos sabemos que hay muchos que han perdido el tren de la ilustración y no por negligencia. Todos tienen derecho a recuperar el tiempo perdido. Y la ignorancia es demasiado castigo para quienes tenían que laburar mientras uno estudiaba.
Pero los otros, los buscadores de éxito fácil y rápido, no merecen la preocupación de nadie. Todo tiene su costo y el que no quiere afrontarlo es un garronero de la vida.
De manera que aquel que no se sienta con ánimo de vivir la maravillosa aventura de aprender, es mejor que no aprenda.

Yo propongo a todos los amantes sinceros del conocimiento el establecimiento de cursos prolongadísimos, con anuncios en todos los periódicos y en las estaciones del subterráneo.

«Aprenda a tocar la flauta en 100 años».
«Aprenda a vivir durante toda la vida».
«Aprenda. No le prometemos nada, ni el éxito, ni la felicidad, ni el dinero. Ni siquiera la sabiduría. Tan solo los deliciosos sobresaltos del aprendizaje».

ALEJANDRO DOLINA